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jueves, 10 de agosto de 2017

Tiempo de orugas

Si uno camina por el campo medianamente atento, le será posible encontrar en diversas épocas del año estas pequeñas criaturitas alargadas, a veces vistosas, a veces discretas, preludios de insectos alados e inquietos.






Todo el mundo sabe que las orugas son la fase juvenil de las mariposas y polillas. Salen del huevo, se dedican a comer durante una temporada (muchas veces más larga que la duración de su vida como adultos) y luego buscan un lugar donde fabrican su crisálida. Dentro de ella sufren una transformación casi mágica, hasta el punto que los antiguos griegos la tomaron como una metáfora del alma humana. Biológicamente hablando, el hecho no es menos asombroso, porque las transformaciones anatómicas que suceden en ese periodo de quiescencia son tan notables que explicarlas requeriría un libro entero.






Menos fácil es identificar cada oruga con su estado adulto de mariposa. Por un lado, las orugas son menos conspicuas, por lo que, salvo que nos movamos en círculos especializados, hay menos información sobre ellas. Por otro lado, existen muchas menos guías sobre orugas que sobre mariposas y polillas. Nosotros mismos, con el material que tenemos en casa - que no es poco - no hemos logrado identificar todas las que veis en esta entrada.






Un buen comienzo es fijarse en la planta de la que se esté alimentando la oruga. Las orugas de cada especie comen plantas de especies concretas, denominadas plantas nutricias por lo entomólogos. Por ejemplo, la oruga de la Tyria jacobaeae es frecuente verla comiendo hierba de Santiago (Senecio jacobea).






Los patrones de colores de muchas son también muy vistosos, lo cual puede ayudar a la identificación. Pero ¡ojo! Una oruga de aspecto chillón y llamativo está mandando un mensaje a todos los que la vean (sobre todo a los pájaros y pequeños mamíferos): ¡Soy venenosa! Así que lo mejor será siempre mirarlas sin tocar. La presencia de pelitos urticantes, como en la procesionaria del pino (Thaumetopoea pytiocampa) es un ejemplo de ello.









Las orugas pueden parecer desagradables para algunas personas, que las confunden con gusanos (no son gusanos: los gusanos no tienen patas, y las orugas sí), pero tienen su papel en el ecosistema. Son una pequeña pieza que desempeña su función, y que está destinada a convertirse, después de su metamorfosis, en coloridos y vivarachos lepidópteros.





1 comentario:

  1. En efecto, Bere. Sobre todo con los perretes, que a veces se acercan demasiado a olerlas.

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