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miércoles, 15 de marzo de 2017

Todo tiene un precio





No, aunque parezca lo contrario, hoy no es una entrada de "Para leer en la Naturaleza", aunque está claro que el libro que la encabeza es más que recomendada lectura (¿qué libro de Asimov no lo es?). Nos lo hemos leído hace muy poco, y nos ha encantado. En pocas líneas, os diremos que la trama gira en torno  a un intento de asesinato aparentemente perpetrado por un robot ¡Pero eso es imposible, ya que las Tres Leyes de la Robótica incluidas en los circuitos de todo robot les impiden dañar a un ser humano!

Pero si esta novela de intriga y ciencia ficción da pie a esta entrada es por otro motivo que su bien hilado argumento. "Calibán" es también una reflexión sobre cómo un exceso de tecnología puede llegar a deshumanizar. En este futuro propuesto en el libro, la robótica ha avanzado tanto que la pobreza y la necesidad de trabajo han sido desterradas. Los seres humanos, sencillamente, no tienen que esforzarse por nada ni correr riesgos por nada, ya que los robots pueden hacerlo en su lugar. ¿Qué sentido tiene caminar o conducir si un robot te puede llevar, cargar un objeto si un robot lo puede hacer por ti, estudiar algo si la memoria del peor robot es superior a la del humano más aventajado? La situación llega al punto de que al exceso de robots se les destina a tareas sin sentido, como construir edificios para luego desmontarlos y volverlos a levantar.

Ojo, aunque seamos más de día de campo que de feria de informática, reconocemos las ventajas que los avances de la tecnología aportan. No estamos propugnando una vuelta a las cavernas. Pero sí creo que deberíamos detenernos a pensar, porque si algo enseña la vida, es que todo tiene un precio.

Día tras día, los medios de comunicación nos hablan de las bondades del nuevo móvil, de la nueva consola, del nuevo coche o el nuevo electrodoméstico. Y según salimos de la tienda - si nos han convencido para comprarlo - ya se está anunciando el siguiente modelo, más mejorado si cabe. Todo con el fin de hacer nuestra vida un poco más cómoda. ¿Cómo vamos a decir que semejante cosa es mala?

El problema es que ninguno de esos anuncios, nunca, nos habla de las desventajas de comprar el producto ¡Faltaría más, están intentando venderlo! Así que nos toca a nosotros el poner el puntillo crítico a la ecuación. Y creemos que debería tenerse siempre en mente, para empezar, que TODO TIENE UN PRECIO. Y obviamente no nos referimos al coste monetario.

Ganar una comodidad es ganar una dependencia. ¿Alguien cree que no es cierto? Pensemos cuánta gente de la que conocemos sería capaz de pasar con tranquilidad un día sin su móvil. Los más racionalistas empezarán a soltar una sarta de razones de las ventajas de estar comunicado. Y sin embargo, poco más de diez años atrás todos sobrevivíamos bastante bien sin móviles. Y por cierto ¿cuántas veces usamos el móvil para esas emergencias de las que hablamos para defender nuestra postura de que los móviles son necesarios? Siendo sinceros, el noventa y pico por ciento del uso que damos a los móviles a diario es un uso innecesario, al que no estamos dispuestos a renunciar. Porque a cambio de una comodidad, hemos ganado una dependencia.

Hoy en día, por poner otro ejemplo, las consolas y los juegos de ordenador han llegado a un realismo y un grado de jugabilidad con el que nunca habríamos soñado mientras los fantasmitas del Pacman nos perseguían por esos pasillos negros llenos de puntitos y cerezas. ¿Qué problema hay en ello? Que podemos terminar enganchados a una única forma de entretenimiento, y eso empobrece.

Hoy no tenemos robots (todavía), pero sí muchos aparatos y mejoras que hacen que lo que antiguamente costaba horrores, ahora sea algo cómodo. Que los electrodomésticos te liberen tiempo haciendo las cosas más fáciles solo tiene sentido si luego damos sentido a ese tiempo que hemos ganado. Y una gran Verdad de la Vida es que solo aportan satisfacción auténtica las cosas que conseguimos con esfuerzo y sacrificio. Nada es gratis, y es problema nuestro ver la letra pequeña de todo lo que busquemos en esta vida. Entonces, solo entonces, podremos elegir con criterio si pagar el precio o renunciar a esa ventaja (grande o pequeña) que nos ofrecen.






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