Esta mañana hemos andado por las inmediaciones de Sevilla la Nueva. En concreto, hemos recorrido parte de su dehesa boyal hasta llegar a la charca de la garza. Atraídos por el buen tiempo no hemos dudado en acercarnos hasta allí para aprovechar parte de la jornada en pleno campo. Nada más llegar nos han dado la bienvenida dos milanos reales cicleando y exhibiéndose en pleno cortejo. Más que un día de enero parecía la antesala de la primavera, pues hemos visto varios almendros en flor y otras plantas bien floridas ya para la época del año en la que estamos. Porque aún estamos en invierno, pero está siendo bastante atípico. Varios carboneros frenéticos en su cantar, petirrojos, mosquiteros, grajillas, palomas torcaces, perdices, tórtolas turcas, urracas, gorriones, verdecillos, jilgueros, herrerillos comunes, ánades reales, lavanderas cascadeñas y otros tantos, han ido poniendo el toque de vida a nuestra salida. Además hemos visto orugas y mariposas con sus revoloteos de acá para allá. Y no solo almendros en flor, también sauces brotando han ido jalonando nuestro camino.
Para llegar hasta allí tenéis que ir hasta el pueblo y buscar el polígono industrial por la calle del camino de las charcas. Después hay que continuar por un sendero de tierra que a ambos lados tiene vallados de cotos de caza. A continuación, sin desviarnos de ese camino, cruzaremos una carretera y seguimos por el mismo trecho. Es todo recto y cuando lleguemos a un punto está muy bien señalizado, mostrándonos indicaciones hacia la charca de la garza. Nosotros llegamos hasta este punto y después deshicimos el trayecto por el mismo camino, porque no teníamos mucho tiempo para dar la vuelta completa.
Es aconsejable que si os animáis a hacer esta ruta lo hagáis durante el otoño o el invierno, ya que no hay prácticamente nada de sombra y las encinas están dentro de los cotos de caza.
Os dejamos ya con algunas imágenes de la jornada; si queréis verlas en grande solamente tenéis que pulsar sobre ellas.
